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Aquí… elucubrando

Escrito por Héctor Alejandro Narro Flores en Domingo, 03 Noviembre 2013. Publicado en Economí­a, Opinión, Política

*artículo escrito en diciembre de 2003; las coincidencias con la actualidad no es por profesias... sino por apatías civiles...

¿De que bando está el buen gobierno?

Día con día más me convenzo de que “el ser humano no es garantía”.

La democracia en la que presumimos vivimos los mexicanos es, en demasía, parte de esa ausencia de garantía. Lo vemos, escuchamos y padecemos todos los días en nuestra ciudad, sea en vivo y en directo o por medio de la televisión, la radio, los medios impresos y cibernéticos.

Dependemos, en gran medida de lo que un puñado de legisladores, 500 diputados y un ciento de senadores dictaminen que es lo que, a su “juicio”, más nos conviene. Estamos a expensas del humor con el que amanezcan, si “les tocó” o no la noche anterior, si durmieron bien, si no bebieron de más antes de dormir ó si durmieron, si sus intereses o compromisos no resultan trastocados por algún tema en particular que se encuentre rondando en las mesas parlamentarias. Actualmente, nos encontramos a la expectativa de las reformas legislativas en materia fiscal y energética, sin embargo, la realidad es que estamos parados en una canica sobre una pendiente, misma que se encuentra detenida tan sólo por una piedrita arenisca que en cualquier momento, con cualquier soplido se desmorona… al igual que el futuro de muchos.

La realidad histórica y/o histriónica de los mexicanos dicta que estamos a expensas de quien quiera obtener el poder -por mandato popular- sobre todo el pópulo. Hace tres años lo obtuvo, por error ú horror popular, (Pino)Chente Fox. Hoy día, por cuestiones del destino estamos balanceándonos sobre un pleito cazado por la escuela de más de setenta años de terrorismo gubernamental. El nuevo y –paradójico- experimentado PRI se siente con la sartén por el mango dado que tiene, creen, la mayoría de la Cámara Baja. Polemizan, aseveran, sospechan y especulan a cerca de cual es nuestro proyecto de vida para el entrante 2004, basados en un monto de miles de millones de pesos que debemos… de obtener de alguna manera. La única manera es que los mexicanos que pusimos al gobierno y, soñamos pondremos a los subsiguientes, paguemos vía impuestos, llámense como se llamen (IVA, IPI, ISR, ISPT, ISN, IA, etc.) Dicen que somos ricos en recursos naturales. La verdad es que en México sí los hay en demasía, no obstante, la realidad nos muestra que no son nuestros; son de los señores legisladores que culpan al señor “ejecutivo” y de nuestros acreedores, obviamente.

Nos encontramos a medio camino del primer cambio de gobierno después de una dictadura disfrazada, de una oligarquía bien trabajada durante siete décadas de decadencia. Públicamente se encuentran en medio de una discusión basada en el beneficio de más de cien millones de mexicanos que, dicen, dependen de los energéticos que son de todos ellos, a los que no pueden acceder, muchos de ellos, por no contar con los recur$o$ para pagarlos. Es curioso, tengo que pagarle a mi empleado para hacer uso de mis cosas.

Estamos tratando de destrabar un asunto que de origen constitucional no parece tan complicado, sin embargo, como está de por medio un sillón y una mansión en el jardín oficial mexicano, léase Los Pinos en Chapultepec, todo se complica, se nos complica. A 36 meses aproximadamente de que cambie el ocupante del sillón que alguna vez –durante un ratito- ocupara Pancho Villa, ya la batalla en pos de este evidencia el precio que deberemos de pagar. En tanto, la energía que presumimos es de todos, se encuentra en la cuerda floja, se transforma, como toda energía –ley de física que no pasa por ningún congreso. La dejamos en manos de nuestros representantes populares ante un poder legislativo que no ha podido con sí mismo, le ha ganado la utopía del mismo sentimiento de poder. Vivimos en una teoría excelsa, la cual nunca podrá llegar a la práctica, que seguirá, como la historia nos ha mostrado, en línea paralela. La teoría y la práctica, hasta donde vemos, tan sólo es una realidad en los libros de texto, en las fábricas, en las fábulas de Monterroso, en la realidad de Harry Poter y Frodo Bolsón, en la risa de Alicia y su visita al país de las maravillas, o los cartones de Walt, tal vez en los de Trino o Naranjo.

Nos encontramos en la disyuntiva de seguir con el mismo juego de nuestros gobernantes, por el simple hecho de que ahí los mantenemos; ó hacer algo y realizar mega marchas que sólo logran captar el interés de camarógrafos y noticieros, con locutores que son dueños de la única verdad y realidad que puede existir… o no. Que transforman los hechos como los legisladores la energía y los ingresos fiscales.

La realidad es que nos encontramos en un país que vive de las campañas políticas que nos transforman toda energía ciudadana en un pleito constante y sonante que busca protegerse bajo el escudo de unas siglas (PRI, PAN, PRD, PRN, PSN, PVEM, ETC). Estamos bajo un sistema que no nos da garantía alguna de crecimiento, pero que cuenta con el suficiente circo pan y vino que definió alguna vez Marco Tulio Cicerón al referirse a su coterráneo  Julio Cesar... No ganamos pero como creemos que nos divertimos.

Estamos a tres años, en lo nacional y a 18 meses en lo estatal, para pensar un poco en relación a toda esta elucubración. La decisión, propiamente dicho, no es de algunos, debe ser, en principio de cada quien, que sumada, en teoría, debiera resultarnos benéfica para todos. La realidad de las cosas, es que no entiendo como un tache, que en la escuela nos enseñan es el que marca los errores que cometemos en las tareas y exámenes, es el que elija quien dirigirá los tres o seis años siguientes de nuestro terruño rico en recursos naturales que ya no son nuestros, de nuestro erario que también debemos, de nuestra energía que espera reformas para transformarse en beneficios. Por tal soy autodeclarado pobre loco peligrosos irreverente, irrelevante, irremediable pero irresistible y real prófugo de la injusticia...

“Si no te apresuras/otros diremos/lo que no dijiste” (Alfonso Alvarado)

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Acerca del Autor

Héctor Alejandro Narro Flores

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