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EL PENDENCIERO

Escrito por Alejandro Daniel Álvarez Arellano en Miércoles, 08 Febrero 2017. Publicado en Columnistas, Cultura, Sociedad

El pendenciero, además de bravucón, es un tipo inseguro con  dos objetivos muy claros: poder y dinero. El orden de los factores no le altera el producto. Amenaza y sonajea al más cercano como método de persuadir a todos los que pueden interponerse en sus propósitos.

Aquellos que hacen como que no ven los atropellos del pendenciero son los siguientes en su lista. Para el pendenciero no hay gente neutral ni ajena. El pendenciero no entiende de buenos modales, ni aprende con el método Montessori, primero arrebata y luego averigua.

Como dice la canción, no entiende razones. Ser aliado momentáneo del pendenciero no le asegura de por vida que no será víctima de sus mordiscos porque el bravucón sólo admite incondicionalidad a perpetuidad. Si otro de su calaña se le atraviesa, agárrense todos, pueden ocurrir dos cosas, un pleito violento con daños colaterales –nunca se sabe en qué puede acabar una riña entre bravucones- o habrá alianza entre ellos lo que hace aumentar la bola de nieve del pendencierismo.  Ninguno de los dos resultados es halagüeño.

La gente normal y pacífica con frecuencia tiene que tomar el difícil camino de darse su lugar y correr riesgos para detener al pendenciero. No hay de otra. ¿Quién no se ha visto obligado a trompearse para mantener a flote la dignidad sin importar las consecuencias?

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