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JULIO 1 EL CAMBIO URGENTE

Escrito por Ramón Ojeda Mestre-QEPD en Domingo, 01 Julio 2018. Publicado en Columnistas, Cultura, Opinión, Política, Sociedad

Como sucede en todas las contiendas electorales, la mayoría de los mexicanos quedará a disgusto con los resultados, en virtud de que sólo vota una parte minoritaria de la población por quien resulta triunfador.

El abstencionismo tradicional en México alcanza un 50 por ciento o más y aunque en esta ocasión los sufragantes serán un porcentaje mayor, aún así quien se alza con la victoria siempre resulta minoritario, sobre todo en países donde no hay una segunda vuelta, como es el caso de México.

Los factores imperantes en estos comicios fueron la abrumadora repulsión, rechazo o repudio por el gobierno federal actual y su partido y que llevó a éste al extremo de buscar un “contratado outsourcing”, es decir, a un declarado “no priista”.

A este rechazo declarado y extremo, que incluye al propio titular del ejecutivo federal con los más altos niveles de decepción de toda la historia moderna y a su partido, el PRI, se suma la fractura evidente que ocasionó la falta de entendimiento y arreglo entre Margarita Zavala, esposa del expresidente de la República Felipe Calderón y el Candidato Ricardo Anaya Cortés, a la sazón presidente del PAN, a quien también se enfrentó, en menor escala, el ex gobernador de Puebla Rafael Moreno Valle, nieto del prestigiado ex gobernador del mismo nombre.

Esa escisión del PAN llevó a que Margarita Zavala no sólo abandonara al PAN, sino que finalmente se inscribiera como Candidata Independiente y terminara abandonando la liza y dejando maltrecha la relación de Anaya con una fracción del panismo que le hubiera sido de utilidad, además de desinflar la promisoria figura jurídica de los “independientes”, dejando a Jaime Rodríguez Calderón acumulando desatinos y frivolidad.

Otro factor destacado, resultó la unión “contra natura” entre el Partido de la Revolución Democrática que se alineaba en las franjas de la izquierda y al unirse al PAN detonó la salida de miles de sus integrantes para sumarse a quien sería finalmente el candidato Puntero Andrés Manuel López Obrador. Esa unión debilitó también a Anaya y al propio PAN, que acabó distanciado incluso de siete Gobernadores panistas, empezando por Carlos Mendoza Davis de Baja California Sur.

A final de cuentas, el más experimentado de los candidatos, del Partido del Movimiento de Regeneración Nacional, logró encabezar casi el cien por ciento de las encuestas y monitoreos evaluatorios desde un principio y fue acumulando aliados y simpatías aún en sus momentos más difíciles.

Es obvio que si no se hubiera producido un enfrentamiento pasional entre Anaya y Peña Nieto con tintes dramáticos, habría podido presentar una mayor y mejor oposición o combate al popular candidato de Morena. Esa innecesaria acrimonia de Anaya a Peña y a Amlo le generó una barrera sufragal imposible de remontar o de superar y le acerca a un resultado desfavorable.

La sociedad, por su parte, se fue polarizando y las redes sociales alimentaron los malestares y raspones entre grupos, entre familias y entre amigos, generando una polarización sólo vista en las épocas de enfrentamiento entre las épocas de Plutarco Elías Calles. Muchos amigos, académicos, periodistas o empresarios acabaron enfrentados agresivamente con quienes no coincidían con sus preferencias electorales.

Las redes sociales, así, nutrieron la inmadurez cultural de la sociedad para ver las luchas electorales con mayor serenidad y reflexión, en lugar de sobrecalentar el apasionamiento abonado por las acusaciones cotidianas de corrupción e incluso por haber metido a la PGR a amagar al único candidato que podría emparejar a AMLO.

La conclusión es que el sistema de partidos demostró que ha llegado a su fin, que el sistema de gobierno de un presidencialismo paternalista de burbuja impune, se acabó para siempre y que hay un México, más informado y participativo, aunque también más enojado e impaciente, por decirlo sin acentos.

Las elecciones, de todas formas y con todas sus imperfecciones, sirvieron para que llegáramos a un domingo sufragal más o menos tranquilo y armonioso y que nos permitan hacer un cambio pacífico y urgente con menos lucroteísmo y más compromiso social.

El peor de los escenarios para el Gobierno de la República es que gane Anaya Cortés que ha prometido enjuiciar de la manera más severa y penal al mismo que le allanó antes la candidatura.

Los mexicanos votarán de una manera sorprendente si todo lo que nos han dicho los candidatos resulta cierto. Una mala noticia: el lunes dos de julio si se trabaja, porque lo del primero de julio, es sólo un comienzo.

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Ramón Ojeda Mestre-QEPD

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