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Los sueños de Mar

Escrito por Marisabel Mací­as Guerrero en Lunes, 05 Octubre 2015. Publicado en Literatura

  Soñé que una vez fui otra, una que soñaba con una estetización epistemológica, que a veces huía de la hermenéutica; que buscaba el sueño y la narración para volverse río de instintos, esos que parecen venas punzantes en la conciencia.

Esa que fui…
La vida es una breve narración que se reinventa cada instante o debo decir que reinventamos cada instante, en cada refracción; La vida es sueño, nos dijeron. También nos han dicho que este sueño se divide en dos, el mundo real y el onírico. Pero, creo que muchos hemos dejado esa idea olvidada en la gaveta de un sueño y hemos comenzado a apreciar esta vida sueño, desde una densidad óptica distinta ¿Cómo?
Paremos pues, desde este momento el parpadeo que divide ambas visiones:
Cerremos los ojos. Según Nietzsche, en “Humano, demasiado humano”, es  para el hombre primitivo, para quien el sueño se vuelve un segundo “mundo real”, un mundo con una estructura opuesta al mundo de la vigilia, al dormir, éstos hombres vuelan y son asechados por las aves, hablan con los muertos, los animales los cuestionan, son inmortales... El sueño es el alma, el mundo real es el cuerpo.
El mundo de los sueños se transforma en algo mítico, hiperreal, dotado de entidades deseantes. Como ya dijimos, este otro mundo está repleto de entidades ontológicamente contrarias a las de la vigilia. El cuerpo reconoce dos percepciones, una externa dispuesta a suprimirse y otra interna, paradójicamente, inalcanzable.Parece que el hombre, aunque no de manera consciente, sabe de esas percepciones displacenteras  que habitan en el mundo etéreo, las desea, habla de lo bueno que es “soñar despierto”.
Los sueños se convierten en Mar, profundos, insondables, sublimes. (Nos tragan y aterran, nos ponen a sonreír inicuos)
El hombre primitivo es el que se esfuerza por proyectar en el “mundo real” vertientes oníricas, como defensa al asalto sueño-mar. Ilusión metafísica diría Nietzsche, en el inconsciente es donde se fundamentan los cuestionamientos por el otro mundo, por el verdadero. El sueño será el que cuente, todo aquello de lo que  el consciente jamás habla, el sueño (o inconsciente) danzará todo lo que en el devenir de la naturaleza en la cultura, solo se reza o canta. Hablamos de un olvido, de una decisión de guardar o abandonar.
Todos somos o hemos sido el hombre primitivo, hemos experimentado la alteración del sueño, hemos escuchado hablar a las rocas, nos hemos hundido en árboles abetunados, hemos fusionado nuestra habitación con el salón de clases, o simplemente, todos hemos cursado una descabellada coherencia en los sueños, una que según, esa que fui, no tendría lugar en el “mundo real”.
Esta actividad psíquica primitiva, sigue haciéndose presente en cada consciencia. Seguimos atribuyendo estados, a causas que de ningún modo son las verdaderas ¿Cómo es que ese humano primitivo, pasa a ser una ilusión metafísica? Pasa a ser algo propio de la fantasía onírica.
¿Cómo el sueño se convierte, en una ontología del comportamiento humano? Una creación artística ¿cómo el sueño se convierte en poesía pura? Refracción humeante.
Me he ido remando hasta mi centro, para poder hundir allí el umbral entre la vigilia y el sueño. No hay recuerdo, solo existe el despertar a un nuevo sueño, que da continuidad al laberinto trascendental en el que me encuentro.
Cada aspiración, cada bocanada, cada (silbar hacia adentro), me deja lista para desconectarme o hacer el cambio de luz en el horizonte de la nada; inicia quizá la mímesis del “arte poética” a la “realidad”. La oscuridad del sueño se clarifica en mí actuar, se representa, se recrea.
Todo se vuelve área ficcional, la especificidad artística de mi cuento es el cuento mismo, las mareas traen consigo el concepto de verosimilitud, autonomía lunar. Los sueños generan las condiciones para el cumplimiento de los deseos; los sueños servirán para compensar la carencia accidental de experiencias durante el “no sueño”
Los sueños son interpretaciones libres, diversos, cada vez se realizan o se satisfacen diferentes pasiones. La realidad onírica no acepta rutinas.
Los instintos de los que habla Nietzsche son estos guionistas, artistas de la genial improvisación  que dictan la realidad del sueño, los cuales algunos atrapan o encadenan  en el mundo real, nuestro objetivo deberá ser liberarlos.
Hasta aquí pongamos atención en algo, este “guionista o narrador” sigue siendo el mismo en “ambos mundos”, solo que el del mundo real, conoce mucho menos sobre sus instintos, sobre los instintos del mundo, está tratando de describir los objetos a “tientas”. Es por eso que las causas reales, en el mundo “real” parezcan tan irreales como las “irrealidades” del sueño, aunque todas respondan a interpretaciones de nuestros estados de excitación.
Nuestros juicios morales, nuestras victimizadas reacciones, nuestra ambigüedad, nuestra incongruencia mimetizante, solo son repercusiones de los instintos en nuestros sentimientos hacia los otros, a eso que desconocemos, en el mundo real.
Y esto, inequívocamente el sueño te lo enseña:
Nos da claramente la causa del instinto, pero, de manera consciente ¿Nos gustaría encontrarla? ¿Qué deberíamos hacer con ese conocimiento?
“Somos la trama, la forma, la duración, el actor y el espectador” diría Nietzsche, y ni siquiera nuestra voluntad escapa a esa interioridad inconsciente.
INSTINTOS, SOMOS INSTINTOS por  y para la vida.
¡Conozcámonos, transitemos, dancemos, despertemos para soñar!
Si esa memoria ancestral se hace presente en nuestros sueños, que vivan también en nosotros los poetas, los amantes del cosmos.
Las apariencias de los sueños, son las mismas que las de la vigilia, lo único que cambia es la consciencia de la necesidad de seguir soñando. Despreocupémonos un poco. Refracción humeante. Reconozcamos el sueño y la embriaguez como aquello que diluye el mundo real, lo vuelve mar palpitante.
¡Hay que alargar el sueño, hay que vivir en sueño! (refracción humeante)
¡Hay que soñar, ser lo viviente mismo, ser el sueño! (refracción humeante)
¿Lo único que se debe suprimir es la supresión a conocernos y a suprimirnos? Acabemos con eso.
Cada día que me siga interpretando, cambiando de escenario, reinventando, nuestro sueño se irá dilatando. ¿Ahora podemos ver, lo dormido que estamos, adorando a lo ipso facto?
Otorguémosle sentido a la vida, vivamos la ensoñación. Ya no existe la línea del primitivo soñador que diferencia “lo onírico y lo real” “Lo verdadero y lo ilusorio”
Ahora ¿Todo es ilusión? ¿Todo es  la verdad?
Lo único que “existe” es el producir interpretaciones de los instintos vitales, interpretaciones onírico-artísticas, creaciones.
La niña que jugaba a enseñar, ahora mujer, sigue jugando, encontró la puerta.
Seamos mar, interpretación infinita. Cuando no nos de la almohada reposo, como al del Zaratustra, caminemos también hacia la mar, cojamos la barca, surquemos la inmensidad, arrojémonos al abismo, quizá sea allí donde empecemos “verdaderamente a soñar”, quizá allí esperen al encuentro nuestros dos instintos-divinidad, Apolo y Dioniso, arte, voluntad.
Actuemos con grandeza, cínicamente y con inocencia. Y como diría Nietzsche, construyamos un mundo eterno de la apariencia, donde siempre se hace necesaria una luz transfiguradora; tratemos de reunir  todas aquellas innumerables ilusiones de la bella apariencia que cada instante hacen digna de ser vivida la existencia e instan a vivir el instante siguiente.

 

 

Mar.

Acerca del Autor

Marisabel Mací­as Guerrero

Comentarios (1)

  • Ramón Cuéllar Márquez

    Ramón Cuéllar Márquez

    04 Octubre 2014 a las 13:28 |
    Excelente reflexión en torno a los sueños y comparto esa visión. Friedrich Nietzsche decía: "La visión científica de un Universo ordenado es para la mayoría una ficción práctica", lo cual es cierto, porque queremos creer que la realidad está sustentada en los valores y las precisiones de la ciencia, pero si les rascamos un poco descubriremos que no somos más que entidades, casi hebras, pura materia que se vuelve sueño. Wlliam Shakespeare nos decía en su obra de teatro "La Tempestad": "Somos de la misma sustancia que los sueños, y nuestra breve vida culmina en un dormir", que por cierto inspiró la película de ciencia ficción "El planeta desconocido". También recuerda a Pedro Calderón de la Barca en su obra "La vida es sueño", en especial esta parte:
    "¿Qué es la vida? Un frenesí.
    ¿Qué es la vida? Una ilusión,
    una sombra, una ficción,
    y el mayor bien es pequeño;
    que toda la vida es sueño,
    y los sueños, sueños son."
    Así los sueños, como bien los describes tan poéticamente, no son más que artimañas de nuestra mente, y de donde podemos casi no saber si lo que soñamos es vida, o la vida es un sueño prolongado hasta que morimos, o bien despertamos en ese morir en otro contexto.

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