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Nuevos propósitos: nuevos paradigmas

Escrito por Jorge Alberto Vale Sánchez en Jueves, 29 Diciembre 2016. Publicado en Cultura Empresarial, Desarrollo organizacional, Liderazgo, Opinión

Para lograr que una persona, empresa u organización pública se vean involucradas en la odisea de cambiar su estado normal o cultura o, como hemos ya mencionado en otros artículos, de iniciar una etapa de renovación es imprescindible que la persona o integrantes de la organización, según se trate,  vayan más allá de la resistencia natural al cambio y logren generar  una nueva actitud mental, un pensamiento creativo enfocado fuertemente hacia estrategias de construcción de soluciones y de aumento de sus indicadores de desempeño individual y colectivo, productividad y calidad. El proceso anterior se conoce como  cambio de paradigma. 

            La palabra “paradigma” tiene un significado plurivalente; se define como patrón, ejemplo o modelo y, en la actualidad, es frecuente su uso para describir a un conjunto de ideas que sirven de base para un marco de referencia, cultura,  creencias y acciones. Dicho de forma simple, un paradigma es una actitud mental.

            En nuestra vida, individual y colectiva, enfrentamos continuamente cambios de paradigmas  y cada persona u organización perciben una imagen del mundo desde sus propios, y diferentes, paradigmas. Sin embargo, aun aquellas percepciones que fuertemente controlan nuestra vida pueden cambiar a lo largo del tiempo. Para evidenciar esta afirmación es suficiente citar algunos ejemplos ampliamente conocidos, como lo es la percepción que existía antes de 1492 de que el mundo era plano, paradigma que cambió después de los trabajos o acciones de Kepler, Copérnico, Cristóbal Colón, entre otros. Otro ejemplo es la llegada del hombre a la luna: antes de 1960 se veía como una acción “simplemente”  imposible  y, sin embargo, en 1969 el mundo entero apreció por televisión el suceso que  provocó un cambio en nuestra forma de pensar respecto a los viajes espaciales. De esta forma, a lo largo de nuestra vida enfrentamos cambios de paradigma, algunos de ellos incluso de forma imperceptible como aquel que en décadas pasadas consideraba el fumar como un derecho individual de las personas  y que ha cambiado en los últimos años, por lo menos en nuestra cultura occidental, en donde a partir de la década de los 90’s empezaron a darse regulaciones que o bien prohibían el fumar en ciertas áreas públicas o en establecer áreas exclusivas para fumadores o no- fumadores como actualmente es común encontrarlas en aeropuertos, aviones, hoteles, restaurantes, teatros, etc.

            Podemos ejemplificar un cambio de paradigma con la experiencia de aprender a “manejar” una bicicleta. Si bien conocemos mucho antes de poder pasear en ella: que debemos “pedalear” para hacerla que avance y que debemos de maniobrar sus “cuernos” para dirigir su rumbo y con nuestro cuerpo balancear para alcanzar su estabilidad; no es hasta que lo experimentamos en la práctica que podemos sentirnos seguros de su uso y disfrutar de sus paseos. Es decir, no basta tener el conocimiento intelectual del nuevo paradigma que deseamos experimentar sino que es realmente hasta que lo vivimos de forma práctica que podemos sentir sus efectos. 

            El cambio de un paradigma puede ser repentino o gradual pero conforme avanzamos y logramos que el conocimiento intelectual vaya pasando a nuestros hábitos y su uso práctico es que logramos experimentar el nuevo paradigma de forma natural y es en ese momento en que pareciera que todos los componentes encajan como al armar un rompecabezas y que todo toma sentido y forma parte normal de nuestra vida cotidiana. El cambio de paradigma ocurre cuando lo hacemos propio y ponemos en práctica el conocimiento, convirtiéndose en un hábito cotidiano, más que en un conocimiento intelectual. Así, las acciones dentro del nuevo paradigma se desarrollan de forma automática sin invertir ya grandes cantidades de energía o pensamiento en lo que hacemos, ya que forma parte de un proceso natural.

            El cambio de hábitos, paradigma personal o  cultura organizacional, no es un proceso que pueda desarrollarse en un corto tiempo. Y aun si se cuenta con todo el conocimiento, definiciones, reglas, etcétera, no es hasta que de forma práctica todas esas componentes van complementándose que gradualmente la persona o la organización y sus miembros empiezan a cambiar y hacer suyo el nuevo paradigma.

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Jorge Alberto Vale Sánchez

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