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Separarme de ti

Escrito por Patricia Valenzuela Lugo en Martes, 08 Noviembre 2022. Publicado en Amor, Columnistas BCS , Literatura, Narración, Patricia Valenzuela Lugo, Poesía

Me separaré de ti cuando la luna haya dejado de iluminar la Tierra y el mar haya dejado a las rocas secas. Cuando las páginas de los libros pierdan su olor a almendras. Cuando un niño no necesite del arrullo de su madre en una noche de tormenta. Ese día he de separarme de ti.
 
Y no ha de ser porque ya no te quiera, o porque al recorrer con tus dedos los rincones de mi cuerpo, éste ya no se estremezca. O porque mi pensamiento vuele como un ave extraviada en el firmamento, hacia otra dirección. Cuando yo me separe de ti, será porque la chispa ya no hace arder los troncos de la hoguera, porque al caminar sobre la arena húmeda de tu cuerpo, mis huellas no queden impresas, llenas del agua de mar que las besa.
 
El día que me separe de ti, será por la impaciente, insoportable e inútil espera de no recibir tus letras a través del pergamino que lleve en su pico una paloma mensajera. Por no poder perpetuar tu abrazo en las noches insomnes, solitarias y  silenciosas y tampoco tus besos, que sirven para alimentar y nutrir mis despertares, como el agua los manantiales. 
 
Sé que el día que me separe de ti, será por la amarga ironía de querer tenerte y no poder sentirte en mi cama, entibiando las sábanas, enmarcando mi cuerpo húmedo y lascivo, ávido de tus fluidos, tus ardores y tus gemidos.
 
Sí, cuando yo me separe de ti, no será porque haya dejado de quererte, será si acaso todo lo contrario. Lo haré para suspender el espejismo de tu ausencia. La falta del peso tu aroma y de tu nombre. Para compensar el que tus huellas dactilares ya no dibujen tus arrebatados sueños con caricias, sobre el papel en blanco que fue  mi espalda, la que tantas veces me dijiste adorabas.
 
Entonces, ese día, el día que me separe de ti, tu aliento, tu mirada,  tu viscosidad derramada, serán solo el recuerdo de un bello y desordenado conjuro quimérico, que se perderá como el eco de mi grito  en la montaña. Entonces, por favor te pido: no me empujes a otros, no me animes a dejarte. Con nadie podré encontrar la intimidad que juntos, tú y yo hemos construido al paso del tiempo, de la convivencia, de los momentos de amargura –unos- y felicidad desbordada –otros-. Sigamos por donde mismo. Fundiéndonos en un mismo corazón, una misma mente, un mismo espíritu. Qué lo único que me lleve a separarme de ti, sea la muerte, sinónimo de tu olvido.
 

 

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